jueves, 5 de julio de 2012

¡Prohibidísimo!

Múnich... ¡Ay, Múnich!... Eres la ciudad de lo prohibido...

¿Suena sexy, no? Lo prohibido... Casi tan sexy como La ciudad de la furia de Soda Stereo con Andrea Echeverri...

¡Pues no! Nada de lo que se imaginan... Dejen a un lado sus pensamientos cochambrosos, por favor. Aquí, literalmente, todo está prohibido. Para muestra (y para aquellos que sepan hablar alemán) un botón (Sorry, les debo la traducción a los no germanohablantes).

De lo que te prohíben, siempre quieres más y de lo que está permitido, poco te llama la atención. Pero lo peor de todo es que hay cosas que no están prohibidas y deberían estarlo. Como por ejemplo, que te enamores de un alemán. O que te guste. Es que ni que te llame la atención la camisa que tiene puesta que dice "mírame". ¿Otro ejemplo? Deberían abolir el pragmatismo en esta vaina. La impresión que da es que todo funciona, pero nada funciona a la vez. 

Y como estos dos ejemplos, existen muchos más. Debo reconocer que, si hubiesen estado prohibidos, mi vida no hubiese estado tan acontecida como lo ha estado desde que me mudé aquí.

Créanme que aquí las prohibiciones son muchas, pero a veces deberían haber más. Debería ser como esas leyes en algunos estados en EE.UU., que te prohiben caminar hacia atrás masticando chicle, mientras te rascas la nariz.  Estas leyes tienen un motivo, que a simple vista pareciera infundado, pero hay que tomar en cuenta que ALGUIEN LA CAGÓ... Y FEO... Y mejor nos curamos todos en salud: prohibida esa vaina en esta cagada.

Así que, para que tengan una idea, aquí les relataré poco a poco de lo que está prohibido y de lo que deberían prohibir. ¡Espero que lo disfruten!